Cambia la hora. Acuérdate. Hoy finaliza el horario de verano y los relojes se retrasarán una hora (domingo 27 de octubre) de modo que a las 3.00 horas volverán a ser las 2.00 horas, por lo que oficialmente habrá una hora más, en cumplimiento de la Directiva Europea que rige el denominado ‘Cambio de hora’ y que afecta a todos los Estados miembro de la Unión Europea.
Este cambio de hora, que en las Islas Canarias será de las dos de la madrugada a la una, se produce todos los años el último domingo de octubre en cumplimiento de una directiva europea, por tanto afecta obligatoriamente a todos los Estados miembro de la UE. La medida, según cálculos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE), supone un ahorro del 3% en iluminación entre los meses de marzo a octubre, lo que equivale a 300 millones de euros.
La práctica de atrasar el reloj una hora en invierno y adelantarlo en verano se generalizó de forma desigual a partir de 1974, al producirse la primera crisis del petróleo en cuya respuesta algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y, por ende, consumir menos electricidad en iluminación. Se aplica como directiva desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años, según recuerda el Ministerio de Industria, Energía y Turismo.
AHORRO DE HASTA EL 5%
Según estimaciones del Instituto para el IDAE, el potencial de ahorro en iluminación en España por el cambio de hora puede llegar a representar un 5% del consumo eléctrico en iluminación, equivalente a unos 300 millones de euros. De esa cantidad, 90 millones correspondería al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar; mientras que los otros 210 millones de euros restantes se ahorrarían en los edificios del terciario y en la industria.
No obstante, Industria subraya que, para alcanzar este potencial de ahorro, se deberá llevar a cabo un comportamiento responsable en el hogar a la hora de prescindir de la iluminación artificial cuando no es necesaria, así como la utilización de tecnologías de ahorro en iluminación por aprovechamiento de la luz natural en los edificios, entre otras recomendaciones.
En la misma línea, IDAE enumera una decena de 10 consejos para ahorrar energía con la calefacción como abrir las ventanas el tiempo necesario para ventilar las habitaciones -cerca de diez minutos-, apagar la calefacción por la noche y no encenderla por la mañana hasta que la casa esté ventilada y se hayan cerrado las ventanas; cerrar los radiadores que no sean necesarios y apagar completamente la calefacción si va a estar fuera de casa más de un día; instalar adhesivos en puertas y ventanas, lo que puede suponer un ahorro de entre un 5% y un 10% de energía.
Además, si es posible, hay que poner dobles ventanas o doble acristalamiento, lo que supone un ahorro de un 20% de energía; instalar válvulas termostáticas en los radiadores o un regulador para la caldera; mantener la temperatura en los 21º C; no abusar de la calefacción; poner la temperatura entre 15º y 17º C para dormir por las noches o instalar aislantes en techos y paredes.
NO TODO ES BUENO
El cambio permite ganar sesenta minutos al fin de semana, pero no todo son buenas noticias: de ahora en adelante la luz se irá antes y los cambios anímicos son mayores que los biológicos. El cambio al horario invernal es menos duro que al veraniego. Ocurre lo mismo cuando se viaja: el jet lag es mucho más intenso si se va de oeste a este. Si se hace al contrario, se gana tiempo al tiempo y las consecuencias para el organismo son menores -es la situación que se vivirá en la madrugada del sábado al domingo-.
El cambio también influye más en ancianos y en los más pequeños, aunque estos últimos tienen una gran facilidad de adaptación. En el caso de los ancianos, sus horarios de sueño son más cortos, y por tanto el cambio, en el porcentaje de sueño total, es mayor, señala el especialista.
Las personas que sufren enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o el Parkison, lo sufren mucho más. «Estos pacientes -agrega Pérez- tienen un caos en el ritmo biológico, somnolencia durante el día, insomnio por la noche. Si añadimos cambios horarios producidos por el ser humano las consecuencias pueden ser peores».