El pacto migratorio europeo. ¿Perdemos nuestros valores?. Por Ángel Luis Jiménez

Europa está viviendo una crisis económica y política, pero sobre todo de valores. Hay una sensación en la ciudadanía como de desbordamiento, por un lado, ocurren demasiadas cosas al mismo tiempo y, por otro, se acabó la idea de una Europa buena por naturaleza.

Hoy, el grado de conflictividad en Europa es el más elevado desde la Segunda Guerra Mundial. A ello se une una clara degradación de la seguridad por las guerras de Gaza y Ucrania, y el hecho de que estos conflictos suceden justo cuando las estructuras del orden mundial están en crisis y mutación.

Todas las instituciones creadas tras la Segunda Guerra Mundial se cuestionan, o bien porque no se consideran representativas o bien porque resultan ineficaces. Precisamente esta semana el Parlamento Europeo dio su visto bueno al Pacto de Asilo y Migración que sentará las bases de la política común ante la llegada de inmigrantes irregulares, más de 286.000 el año pasado según la ONU.

Este Pacto migratorio es un trago amargo. Europa endurece sus condiciones de asilo con un consenso insatisfactorio para lograr frenar el discurso de los ultras, que han hecho su bandera con las críticas a los migrantes de cara a las elecciones europeas del mes de junio. Como si los migrantes fueran a dejar de venir a Europa, porque un papel diga que no se puede.

La nueva normativa busca legislar a escala europea todos los pasos del proceso migratorio, desde la llegada del migrante hasta la decisión de acogerlo o rechazarlo. El pacto ha costado casi una década de debate y tres años de negociaciones, desde que la UE tomó conciencia de la necesidad de tener normas comunes tras la crisis de refugiados de la guerra de Siria en 2015.

El precio del acuerdo es un endurecimiento de Europa como lugar de refugio, lo que choca frontalmente con el relato humanista que hace la Unión de sí misma. ¿Estamos perdiendo valores? El Pacto aprobado por una ajustada mayoría es un ejercicio de tacticismo que ha dejado insatisfecho a un amplio espectro de los representantes europeos. Muchos reconocieron votarlo tapándose la nariz.

El pacto no se presenta a los ciudadanos como un paso adelante, sino como un mal menor, el mejor de los posibles. Los partidos centrales del Parlamento, a la izquierda y derecha, argumentaron que no resolver ya la cuestión regala argumentos a una extrema derecha en auge ante las elecciones europeas. Y sus defensores afirman que dejar la política migratoria para la próxima legislatura era arriesgarse a depender de una mayoría aún más conservadora.

¿Más conservadora? No olvidemos que el pasado mes de noviembre hubo una reunión secreta del AfD (partido ultra alemán) con otros extremistas europeos donde se abordó un plan de deportaciones masivas que afectaría incluso a ciudadanos con pasaporte alemán, aunque de origen extranjero, según ha revelado el portal de investigación Correctiv.

No sé cuando nos daremos cuenta de la necesidad de mano de obra migrante que tenemos. Porque si la mano de obra migrante se acabara, Europa se paralizaría por completo: trenes, aeropuertos, hospitales, obras públicas y privadas, todos los servicios en los que intervienen muchos trabajadores migrantes, desde los que atienden a personas mayores hasta los encargados de la recogida de cosechas y residuos.

Pero, no solo podemos hablar de este gran riesgo, sino también de la deuda que los europeos tenemos con los países que hemos colonizado y expoliado en América, África y Asía. Al menos sería una mínima compensación por todo el daño causado. Debemos respeto a los migrantes de cualquier procedencia. Ese Ejército de trabajadores invisibles que cada día nos resuelven más problemas, pero que también nos piden paso. En España más de medio millón de persona viven sin papeles, ya es hora de su regularización como ciudadanos.

Un comentario

  1. Este tema es muy complicado, creo que se puede perfectamente compatibilizar controles migratorios para que las personas que vengan a Europa, vengan a trabajar y a vivir en paz como todo ciudadano y sin ninguna discriminación hacia ellos, no incluyendo entre estos a ciertos grupos de individuos que caen en actividades delictivas (no podemos olvidar los atentados por extremistas religiosos que está sufriendo Europa, en muchas ocasiones protagonizadas por personas acogidas), compatibilizar como decía, con una migración necesaria cuando los mercados de trabajo europeos lo necesiten.

    Estoy por tanto de acuerdo con una inmigración necesaria y controlada, así como con ayudar a esos países con los que el mundo occidental se haya en deuda, no olvidando que ciertos países son imposibles cooperadores por ser dictaduras de cualquier tipo cuyo enfrentamiento con Europa occidental, EEUU y Reino Unido es total.

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