El miedo no evita la muerte. El miedo evita la vida.
Naguib Mahfud.
Lunes, diecisiete de febrero.
Termino Un verdor terrible y lo único que quiero hacer, después de la última línea, es volverlo a empezar. Son las siete de la tarde, domingo frente a la Catedral. Reúno las fuerzas que me quedan, como si reuniera todas las partes de un ser desmembrado, y escribo Palabras de aMor. Volver a conectar conmigo. Volver a vivir en cero. Sacarle la lengua a mi ego e hiperbolizar al personaje. ¿Por qué febrero es tan largo? Respiro. Sé lo que tengo que hacer.
Los pináculos no tienen miedo. Los árboles no tienen miedo. Los pájaros no tienen miedo. El alma no tiene miedo. Desde el centro, el miedo se baila. Se atraviesa con los pies, sostenidos sobre la tierra. Tampoco ellos tienen miedo. Así que me pongo de pie. Cierro los ojos. Me invito a liberar mi cuerpo, a dejar que mi corazón se exprese, a vaciar mi mente y a reconectar con mi espíritu. Invoco mi poder creativo, mi energía creadora. No necesito tambores ni chamanes ni cantos tribales. Está dentro. La invoco a ella. El movimiento es el medio y si puedo vibrar y agitarme, entonces puedo transformar lo que sea. Lo peligroso es la inercia. Quedarse quieta. Instaurarse en los pensamientos fijos, en las preguntas serpiente, en la dureza; en el muro alrededor del corazón, en la línea recta.
Rezamos para que todo permanezca pero nos equivocamos. Porque somos energía, ritmo vital, centro moviente. Vida pulsante, latido, sístole y diástole, impulso, compasión, punto de quietud. Porque hay una llama encendida, saboreo de los sufíes. Confía.
Rezamos para quedarnos pero nos equivocamos. Porque una nunca vuelve, una siempre va.
Que este lunes sea bueno.
Y que puedas estar bien.
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El Ser es el espacio en el cual todo aparece y desaparece. Ese espacio tiene que ser encontrado dentro de ti mismo. No te identifiques con contenido alguno, porque así surge el ego.
Por ejemplo te llega la tristeza. Inmediatamente te identificas y dices “Estoy triste”. Es estúpido, poco inteligente, eres inconsciente, no sabes qué estás diciendo. Tú no eres la tristeza, tú eres la consciencia, el testigo. La tristeza esta allí pero tú estás separado de ella, tú eres el que la conoce.
Di, ‘estoy viendo cómo llega la tristeza’, pero no digas, ‘estoy triste’. El enojo está ahí, pero no digas, ‘yo soy el enojo o estoy enojado’. Simplemente di, ‘hay enojo, lo puedo ver’. La rabia es el contenido en tu consciencia, no es la consciencia en sí misma. La consciencia es el espacio, el espacio para atestiguar.
Esta es la revolución, cuando te olvidas del contenido y recuerdas la consciencia. Dos cosas están continuamente sucediendo dentro de ti: el contenido y la consciencia. Un pensamiento pasa por la mente y tú te identificas con él y dices, ‘Yo soy ese pensamiento’. Si tienes hambre, dices, ‘tengo hambre’. Por favor sé un poco más consciente y di, ‘observo, soy un testigo de que el cuerpo siente hambre’.
Cuando hayas comido bien y te sientas satisfecho, no digas, ‘estoy lleno’. De nuevo, recuerda. Debido a nuestra ignorancia hemos creado un tipo de lenguaje equivocado. Decimos, ‘estoy satisfecho’. Tú nunca tuviste hambre ni tampoco has tenido satisfacción. El hambre es un contenido y también lo es la satisfacción. La tristeza es un contenido y también lo es la felicidad.
Los Sufís llaman zikr al recordarse a sí mismo, al estar consciente. Buda lo llama ‘consciencia plena’, consciencia adecuada’.
Simplemente continúa desprendiéndote del contenido. Poco a poco el puente se rompe. El día en el que reconoces el hecho de que nunca eres el contenido sino, siempre la consciencia, has llegado a casa.
Osho,
Unio Mystica, Vol.2
Un comentario
y ese Ser lo puede ver y experimentar cualquiera que mire con honestidad, simplemente hay que poner la atención en el sujeto que está percibiendo la realidad en lugar de estar desparramado en el campo, creyendo que uno es lo que piensa, lo que siente, lo que hace, lo que tiene… tomar consciencia de tu Yo es una experiencia inequívoca que se manifiesta en forma de presencia, simple, sencilla, libre, que no está identificada con nada… es despertar como sujeto a la realidad del aquí y ahora…