Lunes, 30 de junio.
Quizá ni la dicha es tan pura ni la culpa tan mala como creemos. Siento alivio cuando lo acepto. Cuando en vez de pelearme, me quito un poco de en medio y dejo que sea lo que hay. Hoy apenas me llegan palabras. Una lluvia torrencial limpia la ciudad de ruido. Yo abro las ventanas del todo. Me mojo mientras escribo. Celebro tu cumpleaños con el confeti del cielo, y me digo que así está bien, tú por allá y yo aquí, cada uno en su trabajo, viéndonos de vez en cuando. Ahora sí, ahora sí voy entendiendo. Que el tejido ya está hecho y nosotros somos hilos, y atender a la Voluntad. Poco más. Que no hay barrancos que traguen porque nada real puede ser amenazado y porque lo irreal no existe. Y que esa es la paz de Dios. Claudicar de lo perfecto, volver a perder los papeles; perdonar, amar, perdonar otra vez. Poder bajar la cabeza sin curvar jamás la espalda, y mirarnos a los ojos. Por debajo de nosotros nos une una red micelial. Tejido de filamentos. Conciencia colectiva expandida.
El coraje de volver a lo esencial.
Vindicatio Origins
Laura Casielles
estos sellos que infectan los graves pasaportes
estos hitos mojones barreras y alambradas
estas líneas de puntos que torturan los mapas
ni un punto de armonía han aportado al
mundo
ni una coma de amor o de decencia
Alberto Porlan
Un día alguien propuso:
«Vamos a enlazar la sangre con la tierra, vamos
a decir
que, si tu padre aró este campo,
tú tienes derecho a un gentilicio.
La gente, si no quiere problemas,
vivirá donde le haya parido su madre
y criará allí a sus hijos.
Y a quien se porte bien le daremos
como premio por no molestar
potestad para poner la palabra mi
delante de la palabra tierra.
Y por gracia del nombre ésa será la suya,
y ahí morirá,
y matará por ella.
Y si se va a otra parte
le llamarán el-que-viene-de-fuera.
El consejo de sabios entero estalló en risas:
«Eso no es posible, hermano,
¿no ves que la sangre, la carne, el cuerpo en suma
se parece mucho más al de los ríos?
¿No ves que la gente se enamora
sin distinción de aldeas?
¿No ves que a veces llueve
y hay que buscar comida lejos;
no ves que a veces,
simplemente,
es momento de marchar?
¿En serio crees que alguien
iba a dejar de cruzar una montaña
porque se lo dijéramos nosotros?»
Y desde entonces,
años y años,
sucesivos pasos de golondrinas sobre la bahía,
heladas y mareas,
nacimientos, extinciones de especies,
y la creciente sensación
de que algo se estaba olvidando.