Palabras de Amor en Lunes. Sanar el corazón. Por Ketan Raventós Klein

Por María Eugenia Manzano
Hoy estas palabras que llegan caen despacio, como gotas de rocío o lluvia fina que, sin llegar a mojar, se impregnan en tu piel más delicada. 
Puedes permitir que suceda.
Abrir el espacio, dejarte. Sentirte, sensarte, sensible, y verte a ti, serte tú. Y quien quiera ver milagros, que mire. 
Si alcanzas a conquistar ese preciso momento cuando tu respiración se detiene, ese breve instante de tiempo en el que el tiempo no avanza, sabrás que es ahí, ya lo sabías, donde puedes despertar. 
Despertar, darte cuenta, recordar. Es hacia dentro. Volver a pasar de nuevo por la piel del corazón. Y después irradiar. Silencio.
«Entiende después de escuchar» dice el Oráculo de Delfos.
«Conócete a ti mismo y conocerás el universo».
Te deseo un lunes bueno. 
Que mires, que escuches, que dances, que conectes y goces con tu cuerpo. 
Y que tú estés bien hoy. 
 
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Ketan Raventós Klein
Sanar el corazón
 
La mente hace de la consciencia una posesión o una carencia, y seguidamente un objetivo que hay que alcanzar. ¿Cómo puede ser un logro ser lo que eres? Lo que tú eres no es algo externo, no es algo que está separado de ti: no es un concepto, una ideología o una información que puedes adquirir.
Uno puede acumular conocimientos, aprender mil cosas interesantes, esforzarse y avanzar para conseguir objetivos, pero ¿cómo puedes conseguir algo que no está separado de ti? La consciencia no puede ser abordada como un objeto o un objetivo, porque no el algo, no está separado de ti, no está en el pasado ni en el futuro. Por eso, para hablar de consciencia, tradicionalmente se ha utilizado el término despertar.
(…) No es una meta, no es el privilegio de unos elegidos, no es una creencia, una doctrina o una religión, es nuestra naturaleza esencial. No tiene edad, sexo, ni está asociado a ninguna ideología. No tiene nada que ver con ser practicante o no de una religión, ni con poseer unos conocimientos determinados. Puede sucederle a un ateo, a un analfabeto, a un niño, a cualquier ser humano. 
El despertar espiritual no tiene nada que ver con la idea fantasiosa que mucha gente tiene: un estado idílico de paz en el que supuestamente no te afecta nada. No es un suceso que de repente trae paz y armonía y se acaban los problemas. No hay luces doradas, ni música celestial, ni ángeles alados ni nubes de algodón. Puede haber momentos de profunda quietud, silencio y gratitud, y una comprensión reveladora, pero no necesariamente traen paz y armonía con el entorno. 
El despertar espiritual es una comprensión que sucede inexplicablemente. De repente se revela otra realidad y poner toda la vida patas arriba. Es difícil de asimilar porque cambia la concepción y la comprensión de la vida. Es una bendición. 
(…) En nuestra cultura, consecuencia de la educación recibida, creemos que todo tiene que poder explicarse y entenderse con palabras. Es una creencia muy limitante que nos afecta en todas las dimensiones de nuestra vida, porque nos impide abrirnos y experimentar una realidad inmensamente mayor a la que pueden acceder las palabras. Con esto no estoy diciendo que las palabras no sean útiles y necesarias, sino que la existencia no se limita a aquello que puede ser expresado o comprendido con palabras. Cuando puedes abrirte a la existencia sin la limitación del filtro de los pensamientos, las palabras y las etiquetas, la presencia, la visión y la comprensión se expanden.

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