Un grupo de investigadores han advertido de que la sobreexplotación del atún rojo, provocada por las artes de pesca industriales, amenaza la supervivencia de los grupos de orcas del Estrecho de Gibraltar, cuya dieta se basa principalmente en este pescado.
En una entrevista a Efe, el director adjunto de la Fundación Loro Parque y experto en cetáceos Javier Almunia, explica que estos investigadores pertenecen a la Universidad Autónoma de Madrid, la Asociación CIRCE y la Fundación Loro Parque. Señala Javier Almunia que, para esta investigación, se han recogido muestras de piel, grasa y sangre de estos cetáceos y se han hecho experimentos de alimentación con ejemplares en la naturaleza y en cautividad. Además se ha establecido que en la zona del Estrecho de Gibraltar y el golfo de Cádiz residen unas 40 orcas.
El proyecto se realizó durante tres años -actualmente se encuentra en la fase de publicación de los resultados en revistas científicas- y surgió por iniciativa de la organización de Conservación, Información y Estudio sobre Cetáceos (CIRCE), que quería determinar si las orcas basan su alimentación en el atún rojo, una especie en peligro de extinción en el Mediterráneo.
El atún rojo está sometido «a una terrible explotación» por parte de pesqueros españoles, italianos, franceses, marroquíes y turcos y su escasez puede poner en peligro la pervivencia de las orcas en esta zona, si éstas no son capaces de alimentarse de otro tipo de presa. Por ello propuso la investigación a la Fundación Loro Parque, lo que coincidió con la llegada al zoológico tinerfeño de orcas procedentes de Estados Unidos, con lo que se aprobó la parte experimental del proyecto para los ejemplares en cautividad, mientras que la Universidad Autónoma de Madrid se encargó de analizar las muestras de piel, grasa y sangre extraídas de los animales. De esta forma se ha analizado el patrón de alimentación a partir de los isótopos estables, es decir, los átomos más pesados de carbono y de nitrógeno se acumulan de forma diferente según el nivel de la cadena trófica, de un tipo de presa u otro, explica Almunia.
Para calcular las tasas de renovación de estos isótopos estables se compararon las muestras de orcas que viven en libertad con las que habitan en cautividad y que están alimentadas por dietas controladas, básicamente con cuatro especies de peces: arenque, capelín, espadín y caballa. En la campaña se hicieron estudios en el mar a través de una plataforma de investigación en el Estrecho de Gibraltar, donde se hicieron muestreos aleatorios tres veces al año para conseguir muestras de piel de las orcas -a través de un pequeño instrumento que realiza una micro biopsia- y poder predecir si había algún cambio estacional en la dieta.
En el Loro Parque se hizo un experimento de alimentación controlada con las orcas durante 331 días, en los que se realizaron tres cambios de dieta con diferentes proporciones de arenque y capelín, y durante el experimento se tomaron 23 muestras de piel y sangre de cada uno de los ejemplares a intervalos regulares. Además se detectó que un grupo de orcas basa su alimentación en el atún rojo casi de forma exclusiva, mientras que el resto ingiere además especies de mayor nivel trófico y no tan pelágicos como el atún, esto es, caballas y jureles.