Paseando por Bolonia pude palpar su huella aún caliente en la arena, cuando ella levantaba su talón de la dorada arena, mi sombra ya se mostraba en su huella.
Sentíamos exactamente el mismo lugar en este planeta, a menos de un segundo de existencia ella estaba conmigo y conectados los tres.
Bolonia volvía a hacer realidad su magia y nos envolvió de camino a sus piscinas naturales forjadas en piedra y turquesas mar hasta dejarnos exhaustos de belleza y paz.
Tarifa esconde mil rincones a expresar con literatura, cercenando palabras inútiles y abandonados a la historia que contar, al lugar a describir, a su magia de alquimista.
No hay plan, no hay mapa, exploraremos con otra mirada, la de las letras, las portadoras de todo, las que dan vida a la palabra.
Descubrir El Estrecho entendiendo la magia que lo envolvió durante miles de años nos hará respetarlo, avanzar por rutas dibujadas en la piedra nos hará entenderla, perderse en la historia de los dos leones de oro que custodiaban Baelo Claudia nos dejará ojipláticos, respirar el mar junto a una familia de Orcas mientras cazan atunes nos conectará al presente, trasportarnos a una selva del terciario, arcana, húmeda y bucólica al abrigo del levante tarifeño, nos hará reconocernos neófitos de nuestra tierra.
No hay plan, no hay mapa, sólo literatura y amor por esta tierra, sólo sabemos que “empezar es más de la mitad del todo” que decía el bueno de Aristóteles.
Sea, exploremos.Estrecho muéstrate.