La diosa Maat y las rosas en el mar Por Moi Palmero

En la mitología egipcia, la diosa Maat era hija de Ra, el dios Sol y del origen de la vida, y esposa
de Thot, dios de la sabiduría, la ciencia, la magia, y los muertos. Es el símbolo, un concepto
abstracto, de la verdad, la justicia universal, del equilibrio y la armonía cósmica que imperan
en el mundo desde su origen y que es necesario conservar.

Ecologistas en Acción eligió a esta deidad para darle nombre a su velero, con el que surca las
aguas del Mediterráneo realizando proyectos para la protección y conservación de los mares.
Estos días ha estado por Almería apoyando a los colectivos locales y las causas ambientales
que defienden. Por desgracia, son demasiadas y muy pocos los que las denuncian.
Su silueta sobre las olas me hizo recordar una preciosa y valiente canción compuesta por Aute
en plena dictadura y cantada por Massiel, Rosas en el mar. En ella busca un amor que olvide
para perdonar, la razón de tanta falsedad, un lugar en el mar para olvidar del mundo la
maldad, y pide la libertad necesaria para poder vivir. Desencantado, repite incansablemente,
que es más fácil encontrar rosas en el mar.

Viendo navegar el Diosa Maat junto a La Blancazul, la escuela del mar de Alborán de PROMAR,
que lo recibió a la entrada de Adra, los asocié a esa imagen que Aute imaginó como una
metáfora de lo imposible, lo improbable, lo irreal, pero que emana tanto simbolismo y belleza.
Unas embarcaciones para agarrarse a la esperanza, navegar hacia la utopía y dispuestas a
ofrecer resistencia, a soñar y planificar una sociedad más justa e igualitaria, que recupere el
equilibrio que nunca debimos perder.

Horas más tarde, escuché la vergonzosa intervención en el pleno de Roquetas de Mar de su
teniente de alcalde donde, para justificar el festival Sunwaves, comparó las fotos de miles de
personas de uno de los últimos conciertos realizados este verano en el municipio, el pan y
circo de Juvenal, con la de un pequeño grupo de personas reclamando que se cumpliese la ley
de protección de especies protegidas y se defendiese el bien común.

Lo triste no son sus opiniones, argumentos e interpretaciones, todas debatibles y que un juez
tendrá que decidir si son equivocados o no, y la falta de conocimiento y sensibilidad ambiental
por lo que se pedía el traslado de ubicación del festival, sino el tono mezquino, de soberbia,
prepotencia y mala educación, con el que, para acallar a sus oponentes políticos y ganar
posiciones a la sucesión del trono, ofendió a los científicos que elaboraron el informe, a los
colectivos sociales y a la gente que se congregó para defender las leyes que ellos deben hacer
cumplir y que ignoran deliberada, interesada y selectivamente.

Escuchándolo entendí que las verdaderas rosas en el mar, son la gente que salía en esas fotos,
o la que se está organizando para evitar el parque eólico la Pinta que se quiere hacer frente a
las costas de Adra y Almerimar, o piden la libertad de Paul Watson por defender la inmoral
caza de ballenas y la cautividad de los cetáceos, o pide firmas para que no forren nuestras ciudades con césped artificial, o señala los impactos de la agroindustria, o se reúnen en la playa para gritar Genoveses sin Hotel y Renovables Sí, pero no así.

Gente sencilla que podría estar dedicando su tiempo libre a disfrutar de la cómoda vida que
tenemos en este rincón del planeta, pero que en su afán de construir un mundo diferente, una
sociedad más igualitaria, en sintonía con el medio ambiente, con un futuro más esperanzador,
intentan organizarnos, para que abramos los ojos ante el expolio sistemático de nuestros
recursos naturales y culturales, para que el beneficio, el capital, el becerro de oro, no nos
someta a su tiranía, dirija nuestras vidas, nos haga sentir insatisfechos por no alcanzar los
cánones de la felicidad que ellos marcan, y culpables por el devenir de la humanidad.

Uno de los éxitos de todo este esfuerzo fue la conversación con tres chicas jóvenes del IES
Bahía de Almería, en la feria de las causas ambientales realizada en el paseo marítimo. Junto a
Marcos el delfín y la tortuga Lola, me contaron, sin saberlo, su frustración, la misma que
tendría Aute al hacer la canción. Sin embargo, sus ojos, su inteligencia y determinación a
combatirla, me hicieron ver en ellas tres nuevas rosas en el mar, y eso hizo renacer en mí la
esperanza, el convencimiento de que nunca el tiempo es perdido y la necesidad de ofrecerles
el abono y el agua que necesiten para florecer.

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