Los pescadores del Estrecho apelan a la reunión del ICCAT en Sevilla para reclamar más derechos de captura. Tarifa, uno de los pocos lugares del mundo donde se puede pescar atún rojo todo el año, atraviesa un momento crítico. Los barcos tarifeños sobreviven con cuotas mínimas mientras observan cómo otras regiones como Canarias no logran capturar toda su asignación anual. En 2024, por ejemplo, las embarcaciones canarias dejaron sin pescar 84,5 toneladas —el 16% de su cuota—, mientras en Tarifa el acceso al recurso sigue siendo muy limitado.
Foto Atún Rojo Rojo (marca de los pescadroes artesanales de Tarifa)
La esperanza se centra ahora en la próxima reunión de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT), que tendrá lugar en Sevilla este noviembre. La delegación tarifeña, compuesta por 54 embarcaciones artesanales, se movilizará para exigir un reparto más equitativo que les permita sobrevivir sin dejar sus barcos amarrados.
“La cuota actual es insuficiente. No queremos privilegios, solo justicia. El Gobierno tiene margen para redistribuir el sobrante que dejan otras flotas, como la canaria”, señala Manuel Suárez, patrón mayor de la Cofradía de Tarifa y presidente de la OPP78, que agrupa a los pescadores artesanales del Estrecho.
El caso de Canarias, que por tercer año consecutivo no agota su cuota, ha reavivado las quejas. Entre enero y mayo de 2025, apenas se descargaron 110 toneladas en el archipiélago, solo un 19% del total permitido para ese periodo. Según Suárez, esto se debe a que parte de los derechos recaen sobre pequeños barcos litorales sin capacidad para llegar a los bancos de atún, que este año pasaron lejos de la costa. El resultado: pérdidas económicas y un recurso que se desperdicia.
La situación de Tarifa es aún más delicada. La pesca del besugo, históricamente su principal actividad, ha desaparecido casi por completo del Estrecho, empujando a la flota artesanal a centrarse en el atún rojo. Sin embargo, el sistema de reparto de cuotas castiga a quienes no tienen «historicidad» en la pesquería del atún, como es el caso de los tarifeños, que durante años se dedicaron a otros recursos.
A pesar del éxito del plan de recuperación del atún rojo iniciado en 2008 —con incrementos significativos del Total Admisible de Capturas (TAC), que alcanzó las 47.251 toneladas en 2024—, la pesca artesanal apenas ha notado mejoría. “Nos asignaron 87 kilos más tras la redistribución europea. Una broma”, lamenta Suárez. Hoy, de los 120 barcos que había en Tarifa al inicio del plan de recuperación, solo quedan 50 activos, más una decena en Algeciras. Juntos suman una cuota muy limitada: unos 1.500 kilos por barco al año, insuficiente para sostener una actividad profesional.
La OPP78 ha entregado al Ministerio de Agricultura y Pesca un informe elaborado por la Universidad de Cádiz que alerta del riesgo de desaparición de esta flota. “Hay barcos que solo pueden pescar para sobrevivir uno o dos meses. El resto del año es una lucha constante”, advierte Suárez. Mientras, la mayoría de la cuota nacional —6.783 toneladas— sigue concentrada en grandes empresas pesqueras industriales, que acaparan alrededor del 60%.
Con la mirada puesta en Sevilla, los pescadores de Tarifa se preparan para hacer oír su voz. No piden milagros, solo que se les permita vivir de su trabajo y que el esfuerzo de recuperación del atún no acabe condenando a quienes más han hecho por él.