La Europa de la vergüenza.Por: Ángel Luis Jiménez.

IAM/ALJ  Los ciudadanos europeos no podemos permitir que Europa se convierta a partir de mañana 17 de marzo en el muro de la vergüenza por abandonar a su suerte, a la intemperie y a merced de este inhóspito invierno, a los miles de seres humanos que huyen desesperados de la guerra, la barbarie y el hambre.

 

Siento una infinita vergüenza viendo las imágenes de los campos de refugiados, y presintiendo la situación de aquellos que consiguieron llegar con mucho esfuerzo, riesgo y sufrimiento a Europa huyendo de la barbarie y de una guerra sin sentido. Y siento mayor vergüenza por la decisión de Europa de abandonar a estos refugiados comprando a Turquía para que los reciba sin ofrecerles las más mínimas garantías de techo, comida y respeto a los derechos humanos. Esas filas de miles personas abandonadas a su suerte recuerdan a las filas de los judíos llevados en otros tiempos por los caminos de Europa hacia los campos de concentración nazis.Y nuestros políticos, ¿no dicen nada? Si, dicen: Lo sentimos refugiados.

Estamos demasiados ocupados con nuestros intereses electorales y actuamos así porque no podemos dejar crecer a la derecha más xenófoba y recalcitrante. Muchos de vosotros habéis muertos en el camino, otros muchos habéis llegado al que creíais el paraíso de los valores, de los principios éticos y del respeto por los derechos humanos. Lo sentimos, Europa ya no es así. Ahora preferimos mercadear, pagar la factura a Turquía y contentar el egoísmo del Reino Unido.El pacto de Europa con Turquía, que según Naciones Unidas y los servicios jurídicos de la Comisión y el Consejo de Europa es de dudosa legalidad, es el producto del pánico político y electoral de nuestros gobernantes. Aquí hubiera hecho falta un debate serio, reflexivo y riguroso de nuestros eurodiputados en el Parlamento Europeo.

Pero mañana 17 de marzo Mariano Rajoy, nuestro interino en La Moncloa, está dispuesto a ratificar esta estrafalaria e ilegal propuesta sobre los refugiados, sin siquiera consultar a un parlamento que no parece dispuesto a reelegirlo para el cargo de presidente. Así que Rajoy en mi nombre no.Nadie como la Unión Europea había producido hasta ahora tanta prosperidad, democracia y estabilidad a lo largo de la historia de la humanidad. Hasta el punto de que la adhesión al que era el club de los países más libres, civilizados y ricos del planeta fue la liebre que hizo correr a muchos, entre otros España, desde las dictaduras a la democracia. La turbina que hacia funcionar aquella fabrica boyante que era Europa, eran los criterios llamados de Copenhague, decididos en 1993 en una cumbre para admitir nuevos socios, que hablaban del respeto a la estabilidad de las instituciones democráticas, de los derechos humanos y de la protección de las minorías. Criterios que Turquía se esmeraba en cumplir antes y que ahora vulnera todos los días, lo que le convierte en el cooperador necesario para este pacto de vergüenza.Sin la menor duda esta crisis está cambiando Europa y poniendo contra las cuerdas a las instituciones y los Gobiernos europeos, que hasta ahora han manifestado su incapacidad para actuar y gestionar humanitariamente el flujo de refugiados. Europa se ha dividido respecto a las medidas a tomar y cada uno está actuando por su cuenta, contraviniendo los valores éticos y los principios en los que se sustenta el proyecto europeo.

El cierre unilateral de fronteras y la negativa a cumplir los compromisos de realojo acordado no solo han sembrado la división, sino que está reforzando las propuestas xenófobas, racistas y populistas de los enemigos del proyecto europeo.La situación es vergonzosa e inadmisible. Se han perdido ya una enorme cantidad de vidas y siguen en juego la existencia y el bienestar de miles de personas más.

Esa es la gran urgencia. Pero también está en peligro la identidad europea si la Unión no es capaz de gestionar caminos de salida a la crisis a la altura de los valores que siempre ha defendido.

La confluencia entre las razones morales y las de interés político fundamentan una apelación a la acción para primero salvar vidas, establecer mecanismos de registros y acogidas efectivos, detener la suspensión de los acuerdos Schengen, cumplir los compromisos de reubicación, distinguir de forma diáfana entre el drama de los refugiados y el terrorismo yihadista, para que no pueda ser utilizado como coartada para cerrar puertas o estigmatizar a los refugiados. Todo lo que no sea eso, es no estar a la altura de las circunstancias, de la legalidad y de los derechos humanos. 

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