Palabras de AMOR en lunes. Por María Eugenia Manzano

Lunes, 24 de abril. Salimos del hospital después del fin de semana. El viernes no lo sabíamos pero hemos vuelto a hacer una de las cosas que mejor se nos da: que la vida parezca siempre un poco más divertida. Sobre todo si el viento está en contra. Me refiero a mi familia. Mi padre, mi madre y mi hermano. Cuando Dios repartió cartas, a mí me tocó oro puro. Mucha gente se sorprende de que juntos nos lo pasemos tan bien y hay una razón muy sencilla: llevamos la alegría en las venas. Auténtica, esencial, sanadora, es nuestra energía vital y sé que nos lleva al lugar en el que las emociones se elevan. En legítima defensa, hoy mis palabras de AMOR conectan con la alegría.
Nos vamos del hospital con los canales limpitos. Benditas sean esas manos. El padre que me tocó de paciencia sabe poco pero entiende de grandeza, de pobreza y gratitud y cree en mí, cree en nosotros, más que en su religión. También sabe de bujías, por eso lo de la perla, y que necesitaba limpieza para seguir dándonos chispa con el coraje de siempre. Motor de mi vida, raíces. El masaje más hermoso, el que pude ofrecerle ayer, sin secuencia y sin pauta alguna. En la piel del corazón nunca se dibujan mapas.
Que este lunes sea un día bueno y tú sientas la alegría.
Que podamos estar bien.

                                                                                        Daniel Odier
Las puertas de la alegría


La alegría ocupa un espacio central en esta búsqueda de lo absoluto que subyace en toda vida. No puede compararse con el placer o la felicidad, pues estos dependen de circunstancias externas y son efímeros. La alegría se encuentra en el centro de toda búsqueda y es, al mismo tiempo, el signo más evidente de que el ser humano ha podido alcanzar la armonía a la que aspiraba mediante la filosofía, el arte o la práctica espiritual. Lo que hace de la alegría un componente tan especial es que siempre podemos recuperarla. Parece que todos hemos nacido con ese don, aunque lo ignoramos en pro de otros goces pasajeros. Con el tiempo, las decepciones que nos proporcionan estos placeres efímeros nos hacen olvidar nuestra capacidad de ser alegres, algo que necesita de una mirada atenta, creativa y constante para florecer. Cuando conocemos a una persona alegre, nos damos cuenta de que la alegría es independiente de factores externos, pues surge cualesquiera sean las circunstancias, y que, aunque puede fluctuar, es indestructible. Es lo opuesto a la tristeza y a la melancolía, y comparte con ellas el hecho de que no está relacionada con las circunstancias de nuestra vida. Ni la persona alegre ni la melancólica necesitan estímulos positivos ni negativos para sentirse de una y otra manera. La pregunta que surge entonces es ¿dónde se origina este estado, si es independiente del contexto? La alegría requiere de una gran riqueza de conexiones y de la percepción de una multiplicidad de factores que neutralizan el impacto de sentimientos como la decepción y la tristeza, que quedan al margen del universo de la felicidad. La alegría tiene que ver con nuestra presencia en el mundo. De hecho, surge de ahí. Por ello, para redescubrir nuestro potencial alegre debemos recuperar o desarrollar nuestra capacidad de abarcar cuanta más realidad nos sea posible. La alegría requiere práctica. Su consecución está amenazada por una serie de obstáculos en el camino que se pueden superar si somos capaces de identificarlos claramente y sabemos cómo hacerlo, eso es, si poseemos una gran intuición. La alegría nos hace recuperar una inocencia que proviene de una loca sabiduría, una experiencia de la vida en todas sus dimensiones. Esta inocencia no constituye la ignorancia de lo trágico, sino todo lo contrario: una percepción muy aguda de esta dinámica de la vida. Podría decirse que se trata de un factor indisociable de la alegría. Sin el equilibrio entre ambas, la alegría podría pasar a ser un frágil elemento que dependiera de las circunstancias externas. La alegría genuina es un espacio en el que todo puede manifestarse; un estallido continuo de fuegos artificiales que, lejos de ensombrecer el cielo sobre el que brillan, nos permiten descubrir que no tiene límites. La alegría no conoce medias tintas. No podemos estar medio alegres. Cuando la alegría no se apodera de todo nuestro ser, no es alegría pura, sino una de las máscaras que uno puede ponerse para aparentar felicidad. La alegría implica creatividad y coraje para liberarnos de muchos de nuestros condicionantes e ideas preestablecidas. Solo podremos alcanzarla liberándonos de nuestros miedos una y otra vez.

2 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

· Noticias de Hoy
· Lo + Leído

Quizás te interese.

Destacamos en Tarifa

Síguenos

Recibe un email al día con las noticias de Tarifa

Se ha enviado el formulario correctamente.

En breve le contactáremos

Muchas Gracias