Palabras de AMOR en lunes. Por María Eugenia Manzano

«Yo soy la danza.
Y yo soy la sacerdotisa de la danza.
Señor del espacio soy yo.
La sacerdotisa de la alta danza.
Soy el alma de la danza.» Mary Wigman
Lunes, 8 de mayo. Imagina un largo viaje a punto de comenzar. Basta un pequeño equipaje, no es tanto lo necesario. Todo lo que se te pide es que te dejes llevar. Así que más bien suelta amarras, lastres, creencias, costumbres… y enfrenta el viento de cara. Levante o Poniente, no importa. Permite que se hinchen las velas.
Seguir a la melodía, habitar el preciso instante. Plegaria y silencio, quietud. Permanecer en la entrega. Gozar del vaivén de las hojas, la cadencia del no hacer. Las calas blancas, muy blancas. Y mi otro continente al fondo. Dos mujeres tête à tête elevan frente al altar un canto de entrega, alabanza. Es el juego de dos niñas transformando la plegaria en una danza sagrada bajo la mirada del padre. Oración, rendición, resignificado. Los pájaros por la noche también hacen el amor.
Que aquí hemos venido a vibrar, a concebir, a crear y a ponernos al servicio. Refinemos la energía, afinemos nuestra escucha, honremos la delicadeza.
Atendamos al Oráculo. Y ojalá no se nos entienda nunca. 
Que hoy para ti sea para un día un bueno. Que puedas esta bien.

 

Mensaje Día Internacional de la Danza 2023
por la bailarina y coreógrafa china Yang Liping
El lenguaje corporal es la forma más instintiva de comunicación que tiene la humanidad. Ya como recién nacidos usamos nuestras manos y pies para realizar gestos similares a la danza, incluso antes de aprender a pronunciar una palabra. Es entonces cuando surge la danza de esta “lengua primitiva”.
Muchas cosas incitan a las personas a danzar. En mi ciudad natal mi abuela alguna vez me dijo que la danza era una manera de agradecer al Sol por traer calor y luz a nuestras vidas. Cuando hay una buena cosecha bailamos con el corazón alegre en los campos para expresar nuestra gratitud a la Tierra. Cuando conocemos a alguien que amamos danzamos como un pavo real que extiende su plumaje para ganar su afecto. Incluso cuando enfermamos podemos apelar a misteriosos rituales dancísticos para repeler a los demonios de la enfermedad. En mi mundo, la danza se entreteje intrincadamente en nuestra vida y existencia desde edad temprana. La danza siempre ha sido la llave que abre la comunicación de los seres humanos con la naturaleza y los demás seres vivos. Hay un dicho en mi ciudad natal: “Si tienes piernas pero no puedes bailar, has desperdiciado tu vida en vano”.
En lo que a mí respecta, la danza es lo mismo que la vida y la naturaleza: es su verdadera esencia. Algunas personas llegan a este mundo a dejar descendencia, otras a disfrutar la vida, otras a buscar experiencias. En mi caso, soy una observadora de la vida; vengo a ver cómo florece y se marchita una flor, cómo flotan las nubes y se condensa el rocío… Por lo tanto, toda mi inspiración creativa viene de la vida y la naturaleza: el resplandor de la luz de la luna, la exhibición de las plumas del pavo real, la metamorfosis de una oruga en mariposa, la manera en la que una libélula roza la superficie del agua, la manera en que una oruga se contorsiona, la forma en la que las hormigas forman una fila…
Hace muchos años subí al escenario y bailé mi primera coreografía, “El alma del Pavo Real”. El pavo real es una criatura que en el Mundo Oriental simboliza lo sacrosanto y representa la belleza, ya que su apariencia se asemeja a la del ave fénix, con una postura encarnada comparable a la del dragón.
La cultura dancística de la humanidad es abundante en atributos y puntos comunes. Encontramos la esencia de la danza por medio de la observación de la naturaleza, de la vida y de todos los seres vivos que nos rodean. Mi arte se inspira en la naturaleza de mi ciudad natal, mi experiencia personal y la profunda civilización oriental, la cual es parte integral de la civilización mundial en la medida en que la provee de diversidad, riqueza y, sobre todo, inspiración. “Aprender de la naturaleza” y de “la Unidad del hombre y el universo” conforman la filosofía, la sabiduría y la estética de Oriente. Estas doctrinas son también el núcleo espiritual de mi arte. Como seres humanos debemos respetar a la naturaleza, aprender de ella y armonizar con ella, como lo hacen la tierra, las montañas y el cielo. Bailarines y coreógrafos deben escuchar más atentamente las alegrías y tristezas del mundo utilizando la danza para completar el diálogo que hemos sostenido con la naturaleza y la vida por miles de años.
Hoy continuaré compartiendo nuestra cultura dancística e invito a todos los bailarines del mundo que aman la danza y que expresan sus emociones a través de ella a que bailemos unidos para transmitir nuestro amor y alabanza al cielo y a la tierra.
“La vida nunca termina y la danza nunca cesa.»

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