El arte, la literatura, la creación, sirven para entender qué significan las cosas, para interpretar la vida.
Emilio Lledó.
Lunes, diecisiete de marzo. Se está acabando el invierno.
El jueves ocurrirá el equinoccio, equilibrio natural, día y noche en armonía, recibir la primavera. Salir de la hibernación y agradecer a la madre Tierra, diosa Isis, botes egipcios con flores, vida nueva. El ciclo en su perfección, también en la despedida. Alegría y celebración.
Celebración para transportar las cosas, para la metamorfosis, necesaria para cerrar; celebración no como fasto, sino como confirmación del presente, puro reconocimiento. Y continuar desde ahí. Con la alegría como estado interior, ni forzada ni estridente. Una alegría silenciosa, serena, compasiva, libre de pelearse. Alegría verdadera, puesta en paz con lo que hay, fruto de una decisión y de un trabajo diario. Esa es la alegría de la que hablo.
Ayer floreció otra orquídea, pude apreciar cada gesto, tomé instantáneas de su belleza. Pensé en describirlo hoy, y una vez más me doy cuenta de que escribir lo que sucede no es tanto un compromiso con los acontecimientos, sino con lo percibido; con aquello que trasciende y atraviesa. Porque, como escribió Pizarnik, existe en mí una sospecha de que lo esencial es indecible. Y ahí vamos. Pidiendo la potestad para, hoy también, interpretar el día, apelando a la piedad. Confirmando que la muerte no es más que parte de la vida, y como último acto de generosidad, entregarnos al tránsito en vuelo.
Llegará otra primavera. Que la veas tú. Que yo la vea.
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En la vida suele ocurrir que no decimos lo que pretendíamos decir, o bien no pretendemos decir lo que decimos. Por ejemplo, cuando hablamos de abundancia, estamos hablando en realidad de más dinero; cuando hablamos de salud, en realidad estamos hablando de nuestro aspecto, y, cuando hablamos de alegría, estamos hablando realmente de felicidad. La diferencia entre la vivencia de la alegría, la abundancia y la salud, y la obtención de dinero, de buen aspecto y de felicidad es enorme. Las primeras son inclusivas mientras que las segundas son exclusivas. La alegría es un estado en el cual nos permitimos experimentarlo todo sin juicio ni preocupación. La abundancia supone estar agradecido por todas las energías físicas, mentales y emocionales que fluyen a través de nuestra experiencia vital. La salud supone ocuparse del bienestar de todos los aspectos de nuestra experiencia física, mental y emocional. Sin embargo, la felicidad exige que ocurra «esto» y que «aquello» no ocurra, mientras que el dinero es simplemente dinero en efectivo y el aspecto no va más allá de la piel, se queda en la superficie.
La Presencia no se preocupa por la felicidad, el dinero o las apariencias, sino de preparar el jardín de nuestra experiencia vital con el fin de plantar, abonar y cosechar los frutos inherentes de la conciencia del instante presente, que son la alegría, la abundancia y la salud. Abrir los horizontes de nuestra experiencia vital para que podamos hacernos inclusivos y, por tanto, omniabarcantes.
Michael Brown
El Proceso de la Presencia
Un comentario
Esto si se entiende
Excelente como llegas a descubrir lo que nos gusta leer
Para aprender