Caminando hacia la madurez en Tarifa. Por Alberto Dinolla

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El tema de nuestro programa de hoy ha sido basado en conocer el enfoque de nuestros mayores, frente a su día a día… obstáculos…. Adversidades… carencias… y soledades… Pero también los hemos visto sonreír a pesar de todo…

El primer día de los meses de octubre, se celebra en todo el mundo, el Día Internacional de las Personas Mayores…
Pero, al igual que comenté en el programa pasado en relación a la lucha de las mujeres por la ansiada y merecida igualdad, este día de los mayores tampoco debería ser celebrado… No debería haber un día… Deberían ser 365 de igualdad para las mujeres y hombres… Y también de bienestar y valoración para nuestros mayores… Además… Tengan claro algo…

Ellos son el camino, porque el camino ya ha sido andado por ellos…
Ellos son la meta, porque nuestras metas están, donde ahora están ellos…
Ellos son el ejemplo y la experiencia… El coraje y la sabiduría… El poder más noble del espíritu, hecho carne…. Nuestros mayores…

Llenos de cualidades y victorias… De defectos y derrotas… Personas llenas del conocimiento humano, que están en su máximo estado de madurez…
Podría decirse que ahora sí, ya son humanos completos, con los bolsillos de la vida repletos… Dignos de admiración, devoción y… Dignos como no… De ser escuchados más que oídos…

Y torpes de nosotros… Aun sabiendo todo lo que digo aqui… Cada día, pasamos a su lado, inmersos en nuestras rutinas, problemas y WhatsApps…
Obviamos la sabiduría que recorre nuestras calles a paso más lento…. Justo, al lado nuestro…
Pieles llenas de cicatrices de vida, en forma de arrugas… Corazones con trillones de latidos más que los nuestros… Y aun así… Pletóricos! Siempre dispuestos!…
Dispuestos a enseñar… a compartir y educar… a cuidar de los hijos de sus hijos… De las hijas de sus hijas… A dar más de lo que tienen… A recibir, mucho menos de lo que merecen…
Por eso hoy, hemos querido que nuestro humilde programa, fuera altavoz para sus voces maduras… Para poner sobre la mesa lo que sufren, y de lo que carecen…
Para intentar hacer conciencia… Para intentar también, remover conciencias…

Quiero hoy, leerles un breve cuento indio, de autor anónimo, versionado por el conocido escritor Jorge Bucay…
Se llama Las dos tinajas… y dice así…

“Un vendedor de agua repetía cada mañana el mismo ritual: colocaba sobre sus hombros un largo palo, y a cada punta del aparejo amarraba una tinaja.
Después salía al camino del río, llenaba las dos tinajas de agua, y
regresaba a la ciudad para entregar el agua a sus clientes.

Pero una de las tinajas tenía muchas grietas y dejaba filtrar mucha agua. La otra tinaja era nueva y estaba muy orgullosa de su rendimiento, ya que su dueño obtenía mucho dinero con la venta del agua que ella
llevaba.
Al cabo de un tiempo, la pobre tinaja agrietada se fue acomplejando y sintiéndose inferior a la otra. Tanto, que un día decidió hablar con su patrón para decirle que la abandonara, y le dijo muy triste…
-¿Sabes?… soy consciente de mis limitaciones. Yo sé muy bien que conmigo, tú dejas de ganar mucho dinero, pues soy una tinaja llena de grietas y, cuando llegamos a la ciudad, estoy ya medio vacía. Ya no hay solución. Por eso te pido que me perdones mi debilidad. Compra otra nueva que pueda hacer mejor el trabajo, y abandóname a mí en el camino. Ya no te sirvo… Solo genero pérdidas y soy un lastre…
-Muy bien- le contestó el dueño- pero…
Fíjate bien en la orilla de la carretera… dime… ¿qué ves?…
-Oh!… Nunca me había fijado!- respondió la agrietada tinaja-, pero, en honor a la verdad, me doy cuenta de que el borde de la carretera está lleno de flores. ¡Es algo muy hermoso!
-Pues bien, mi querida tinaja- replicó sonriente el vendedor-, quiero que sepas que si las orillas de la carretera son como un bello jardín, es gracias a ti, ya que eres tú, quien la riegas cada día cuando regresas del río.
Hace ya mucho tiempo que me di cuenta de que tú dejabas filtrar mucha agua. Entonces yo compré semillas de flores de toda clase las sembré en la orilla de la carretera; y tú, al regresar del río cada día, sin saberlo y sin quererlo, estuviste regando mi siembra.
Y así, gracias a tus grietas, muchas semillas nacieron, los pétalos se abrieron, y cada día gracias a ti, puedo cortar unas flores, preparar unos ramilletes, y venderlos en el mercado de la ciudad.
Y el buen hombre, inclinándose sobre el camino, comenzó a escoger las mejores flores del día para preparar sus ramilletes.
Y esta vez sí, la tinaja regó aún mejor y con más ganas el camino con el agua que perdía de entre sus grietas, y también, con la que brotaba agradecida de sus ojos.”
Moraleja; Valorar y luchar hoy por mejores condiciones para nuestros mayores, es estar plantando las semillas que generarán frutos y flores para toda la sociedad en el futuro.
Seamos conscientes de que algún día, nosotros, seremos ellos…

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