A Tarifa no le pertenece ya, ni el aire que respira…El Sherpa del Estrecho

El viento de Tarifa siempre ha sido un símbolo de libertad. Ha empujado cometas, ha llenado velas y ha traído consigo el olor a mar que tanto enamora a locales y visitantes. Pero hoy, ese mismo viento parece arrastrar algo más: un aire que ya no pertenece del todo a los tarifeños. Porque ni siquiera el derecho a respirar limpio parece estar garantizado.

Verdemar Ecologistas en Acción lleva tiempo alertando de lo que ocurre en el Estrecho. Los ferries que cruzan a diario, especialmente durante la operación “Paso del Estrecho” , dejan tras de sí un rastro de humos que mancha el cielo y, poco a poco, la salud de quienes viven aquí. Sus emisiones superan los límites permitidos por el Convenio Marpol, Anexo VI, y vulneran derechos fundamentales reconocidos por la Convención Europea de Derechos Humanos: el derecho a la vida y a disfrutar de ella en familia, sin amenazas invisibles flotando en el aire.

“Es insoportable”, dicen los vecinos de Tarifa. Lo es cuando los penachos de humo de buques antiguos y obsoletos se elevan sobre el puerto, se extienden por el centro que está a unos metros y el viento, que antes era aliado, se convierte en mensajero de contaminación tierra adentro, llegando a decenas de kilómetros. Entre esas nubes negras viajan partículas en suspensión, hollín y óxidos de azufre y nitrógeno. Viajan también riesgos: problemas respiratorios, cardiovasculares, cáncer… y en los casos más graves, muertes prematuras.

No se trata de una protesta simbólica: se trata de vida. Del aire que entra en los pulmones de un niño que juega en la playa de Los Lances. Del respiro de un anciano en su balcón viendo pasar los ferries. Del derecho de todos a que su hogar no se convierta en un filtro de humos ajenos.

Mientras tanto, la compañía Balearia, señalada por los vecinos y ecologistas, guarda silencio ante las reiteradas preguntas. Un silencio que pesa casi tanto como los penachos de humo sobre el puerto.

Verdemar reclama medidas urgentes y responsabilidad, no solo por el medio ambiente de este rincón único del mundo, sino por la salud de quienes lo habitan. Porque si el viento es de Tarifa, también debería serlo el derecho a respirar limpio. Y porque ningún barco, por grande que sea, debería tener permiso para robarle el aire a un pueblo entero.

 

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