La asociación Dignidad y Justicia (DyJ) ha solicitado a la Audiencia Nacional una pena de 65 años de cárcel para Yassine Kanjaa, el presunto yihadista que en enero de 2023 protagonizó un ataque en Algeciras (Cádiz) que se saldó con la muerte del sacristán de la iglesia de Nuestra Señora de la Palma Diego Valencia y con varios heridos.
En su escrito de acusación, al que ha tenido acceso Europa Press, la asociación atribuye al presunto yihadista los delitos de asesinato terrorista, asesinato terrorista en grado de tentativa y lesiones terroristas, por los que pide para el acusado 30, 20 y 15 años de prisión, respectivamente.
Dignidad y Justicia reproduce en sus conclusiones provisionales el relato de hechos recogido por la Fiscalía, que ya ha trasladado su petición de 50 años de cárcel para Kanjaa por los mismos delitos. La asociación relata que sobre las 18.30 horas del 25 de enero de 2023 Kanjaa entró en la iglesia de San Isidro, situada en la plaza del mismo nombre en Algeciras, donde increpó a una persona que se encontraba en su interior, diciéndole: «¿Por qué crees en una escayola?», mientras señalaba una imagen de la Virgen.
«Después cogió una biblia y la golpeó contra un banco. Yassine salió de la iglesia sobre las 18.45 horas gritando ‘El mundo se va a acabar’ y ‘Allah'», apunta DyJ, que señala que después el acusado se dirigió a su casa, apagó su teléfono móvil y cogió «un machete de grandes dimensiones que guardaba habitualmente bajo su cama».
Sobre las 19.00 horas, en la calle Cristóbal Colón, se cruzó con un hombre y lo acometió por la espalda, propinándole un golpe a la altura de la ceja derecha, rompiéndole las gafas. «Luego lo golpeó en el hombro y en el pecho mientras le gritaba ‘Tu trabajas para la magia’ y le enseñó el machete que llevaba bajo sus ropas», continúa el escrito de esta acusación popular, que añade que el hombre huyó del lugar.
CON EL MACHETE EN LA IGLESIA
Quince minutos más tarde, Kanjaa regresó a la iglesia de San Isidro y entró blandiendo el machete. «En ese momento se estaba celebrando misa, a la que asistían unas diez personas. Yassine se dirigió al altar y el sacerdote que oficiaba la misa intentó salir por el pasillo central de la iglesia. Yassine lo persiguió y lo golpeó, provocando que éste cayese al suelo en el mismo pasillo», explica el escrito.
Fue en ese momento, agrega la asociación, cuando Kanjaa le asestó con fuerza un golpe con el machete en la nuca. A continuación, salió de la iglesia de San Isidro y se dirigió a la iglesia de Nuestra Señora de la Palma, en la Plaza Alta, distante unos 200 metros de la anterior, y entró a las 19.28 horas en el patio de la iglesia, donde se encontraba el sacristán del templo.
«Yassine se fue hacia él y comenzó a golpearlo con el machete», relata, que explica que el religioso intentó protegerse con una silla y salió del patio de la iglesia a la Plaza Alta, mientras Yassine lo perseguía y lo golpeaba con el arma. Entonces Valencia, el sacristán asesinado, cayó al suelo en mitad de la plaza. Kanjaa «se dirigió a él y le propinó dos golpes fuertes con el machete, uno en el cuello y otro en la cabeza, ocasionándole las lesiones que le produjeron la muerte», precisa.
PROCESO DE RADICALIZACIÓN
«Yassine fue entonces hacia el Santuario Nuestra Señora de Europa situado en la misma Plaza Alta y golpeó reiteradamente la puerta, que se encontraba cerrada. Después continuó por la calle Murillo, hasta el denominado Mirador del Muro. Durante este trayecto blandió el machete. Finalmente dejó en este lugar el machete en el suelo y se arrodilló, momento en el que fue detenido por agentes de la Policía Local de Algeciras que habían acudido al lugar, alertados por los testigos que presenciaron los hechos anteriores», concluye.
Al igual que la Fiscalía, Dignidad y Justicia resalta que Kanjaa había «experimentado en los meses anteriores a la agresión un proceso de radicalización, asumiendo las tesis más rigoristas del islam, que defienden la incompatibilidad de esta religión con los principios y valores de otras religiones y la necesidad de actuar para favorecer su eliminación y la de los musulmanes que no siguen los preceptos de su religión».
De esta forma, Kanjaa «eligió los lugares de su acción, dos templos de la iglesia católica», agrediendo a un «sacerdote y un sacristán en estas dos iglesias, con la intención de ocasionarles la muerte y con la finalidad de aterrorizar a los cristianos». DyJ, que considera que en el acusado concurre la atenuante de anomalía o alteración psíquica, recuerda que Kanjaa presentaba un cuadro psicótico que le provocaba delirios y de probable filiación esquizofrénica.
«En el momento de tener lugar los hechos presentaba una descompensación psicótica aguda con importante grado de implicación afectiva y conductual, que afectaría muy severamente a sus capacidades volitivas e intelectivas», apunta, aunque deja claro que «sus capacidades volitivas e intelectivas no estaban totalmente anuladas por su enfermedad».
Cabe recordar que la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional fijó que será en el juicio oral cuando se determine si Kanjaa es imputable o no debido a sus «padecimientos psíquicos».