Palabras de AMOR en lunes. Por María Eugenia Manzano

Abrí mi cabeza
y estaba llena
de pájaros/
al ver la luz

se fueron volando/
y yo me convertí en su canto.
(David Testal)

Lunes, 17 de julio.
Me gusta volver a darme cuenta de que con lo que más disfruto apenas cuesta dinero. Despertarme muy temprano y descubrir la salida del sol, tan cerca del horizonte. Los labios sabor sal. Las canicas de colores. La piel de mis hijos entre las manos antes de embadurnarla de crema. Que mis padres estén vivos. Bañarme desnuda. Volverme a bañar. Que ellos también lo hagan. Limpiar regular la arena y que aparezca después, en diciembre, en un rincón del maletero, a punto de comernos las uvas, y entonces brindar como anoche, bailando con María del Tango. ¡Salud y libertad!
Que amanezca nublado y abra el día.
La cerveza en Los Lances con mi hermano.
La tierra bajo mis pies, sentir que estoy conectada. Entregar mi voluntad a otras manos amorosas para recibir un masaje. Ofrecer el masaje yo. Cuidarte en tu ceremonia. Meterme en el agua y a un lado, tras la isla de las Palomas, que asome la silueta africana, y al otro, afinando la vista, la Ensenada de Bolonia. Desayunar con Lucía y Manuel. A las doce del mediodía. Y el silencio entre tú y yo. Ponerte la camiseta.
Saber que tras esos ojos puedo verte, tú me ves. Tu sonrisa es mi sonrisa. Mi latir es tu latir. ¿Qué somos, más que una raza? Lágrimas, sudor, saliva. Blanco y negro, agua bendita. El cielo de ese atardecer. La humanidad compartida.
Dejar de mirar el wasap y apagar un rato el móvil, o un día entero, aunque me asuste, compartiendo de nuevo un viaje en el que salir del todo del matrix. Y que no ondeen las banderas. O escoger yo la que ondea y al grito de ¡libertad o muerte! elegir las barras griegas, mientras suena Lucy in the Sky. Como un himno. Sin fronteras.
¿Por qué cuando hay mucha gente a veces nos sentimos solos?
Coleccionar preguntas sin respuesta.

Y desearte, hoy también, que tengas un lunes bueno.
Que estés bien. 
____________________________________
Dinos Christianopulos
Abandonar la poesía
Abandonar la poesía no significa traicionarla,
no significa abrir la ventana a ningún trueque.
Acabados los preámbulos, ha llegado la hora del diluvio:
quien no haya salido bastante herido que calle para siempre
y encuentre nuevos modos de llenar su vida de aburrimiento.
Abandonar la poesía no significa traicionarla.
Que no me acusen de superficialidad, de no haber cavado a fondo,
de no haber hundido el cuchillo hasta mis huesos más débiles;
también yo soy un hombre y, cómo decirlo, estoy cansado,
¿existe trabajo más fatigoso que la poesía?
Abandonar la poesía no significa traicionarla:
hay tantos modos de cuidar de las propias ruinas…

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