Las mujeres en el mercado laboral. Por Ángel Luis Jiménez

La estadounidense Claudia Goldin recibió hace unos días el premio Nobel de Economía 2023 por sus trabajos relacionados con las mujeres en el mercado laboral. Según informó la Real Academia de las Ciencias sueca, fue distinguida por "haber hecho avanzar nuestra comprensión de los resultados de las mujeres en el mercado laboral”.

Goldin, la tercera mujer que obtiene este galardón, descubrió las causas clave de las diferencias de género en el mercado laboral, aportando el primer informe completo de los ingresos de las mujeres y su participación en el mercado laboral a lo largo de los siglos. Su investigación revela también los motivos de los cambios, así como las fuentes principales de la brecha de género.

Sin ninguna duda, Goldin merece el reconocimiento por su trayectoria, pero sobre todo por enseñarnos algunas lecciones interesantes. La primera, que formular la pregunta adecuada es más importante que la respuesta. Cuando se hablaba poco de la brecha de género, ella se hizo la pregunta y no se conformó con las respuestas tópicos de nuestros cafés de sobremesa. La segunda, que tomar decisiones acertadas es más fácil cuando se ha sido riguroso en el análisis de los datos.

La recién premiada profesora de la Universidad de Harvard ha dado un primer paso, pero se deben dar muchos más. Y no solo por la comunidad académica, sino también por los responsables de políticas públicas y toda la sociedad, desde las relaciones personales hasta la más alta dirección empresarial, porque sus trabajos aportan luz sobre un tema complejo y ofrecen una valiosa función para diseñar políticas efectivas para el futuro. Además, Goldin nos recuerda la importancia de mirar al pasado para entender el futuro.

Durante la mayor parte de la década de 1960, las mujeres estadounidenses en la plenitud de su vida laboral tenían menos de la mitad de probabilidades que los hombres de formar parte de la población activa remunerada; en el año 2000, se habían eliminado tres cuartas partes de la brecha de género en la población activa. Esto supuso un gran aumento de la oferta de mano de obra en la economía y, por consiguiente, del producto interior bruto en potencia; cálculos retrospectivos
indican que el impacto del aumento del empleo femenino en el crecimiento económico es comparable, por ejemplo, a los efectos de la globalización. Pero el impacto en el PIB era solo una parte de la historia.

En 2006, Goldin demostró que el porcentaje de mujeres en la población activa remunerada aumentó de forma constante entre 1930 y 1970, un incremento que atribuía a la combinación del desplazamiento de la economía del trabajo manual al trabajo de oficina y al aumento de la educación de las mujeres, sin olvidar la difusión de las tecnologías domésticas como frigoríficos y lavadoras, que liberaron a más mujeres casadas para trabajar fuera de casa.

Pero, en principio, estos cambios no modificaron la idea que la sociedad y las propias mujeres tenían del trabajo femenino. En su mayor parte, las mujeres eran vistas y se veían a sí mismas como asalariadas secundarias, que trabajaban para complementar los ingresos de su familia, y estaban dispuestas a abandonar la vida laboral si tenían hijos o sus maridos ganaban lo suficiente como para no necesitar el dinero.

Sin embargo, en torno a 1970 la mujer empezó a ver el trabajo como una parte importante de su identidad, algo que siempre habían hecho los hombres. Es lo que Goldin denomina una “revolución silenciosa” en el papel económico de la mujer. Esto supuso una profunda transformación para mejor de la sociedad. Un importante facilitador de esta transformación fue la píldora anticonceptiva, que posibilitó retrasar el matrimonio, lo que, a su vez, escribía Goldin, significó que “podían tomarse más en serio la universidad, planificar un futuro independiente y formar su identidad antes de casarse y tener familia”.

Dicho esto, no hay que tragarse el crudo determinismo tecnológico. Goldin señala que la píldora no tuvo sus efectos más profundos hasta que, a finales de la década de 1960, se eliminaron las restricciones legales que la hacían inasequible para la mayoría de las mujeres solteras. Además, fue muy importante la gran expansión de los derechos de la mujer entre 1965 y 1973 en Estados Unidos.Pero, ¿corren peligro estos avances y derechos? En el entorno político actual se constata un retroceso que debería preocuparnos.

En Estados Unidos los conservadores han conseguido anular la sentencia de la causa Roe contra Wade sobre el derecho a abortar, y muchos estados republicanos se han apresurado a prohibir el aborto. Ahora, una facción significativa se ha
propuesto restringir el acceso al control de la natalidad, y no podemos dar por sentado que no vaya a ocurrir.

Dejando a un lado los malos presagios, este es un momento maravilloso para la profesión económica. La investigación pionera de Goldin, muy arraigada en la historia, pero enormemente relevante para el presente, es un modelo de lo que deberían ser las ciencias sociales. Este es un Nobel que merece ser celebrado por todos.

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