¿Vemos una peli? La casa torcida. Agatha Christie más oscura que nunca

IAM/Redacción La casa torcida es un filme de suspense basado en la novela homónima de Agatha Christie. La película narra la historia de la familia Leónides con el asesinato de su patriarca, el magnate Arístides Leónides, como conflicto base para desarrollar esta trama en la que el espectador, al igual que ocurre en todas las novelas de la escritora inglesa, debe participar activamente y estrujarse los sesos para descubrir quién es el asesino. Tranquilos, no haremos spoilers fatídicos.

 

Sí revelar que el muerto es envenenado en su propio dormitorio y los sospechosos son los integrantes de su familia. Todos con el móvil más suculento, el dinero y ninguno con una coartada firme. Para los que no hayan leído el libro (la película es bastante fiel) eso supone un darle vueltas a la cabeza constante, ya que todos los sospechosos poseen un oscurantismo y frialdad que parece venirles en la sangre, por lo que resulta difícil apostar por uno en concreto como asesino. Esa misma oscuridad se refleja ya desde primera hora en la puesta en escena, la mansión donde viven, pero no conviven, todos los Leónides, es sombría y majestuosamente luctuosa, reflejando el espíritu de la familia. Poco a poco la luz se abre camino en ciertos escenarios, cosa que se agradece porque la poca luminosidad imperante en el comienzo de la cinta es muy acertada para contextualizar el género policial pero se hace cansina.

 

El contraste de color que  aportan después varias estancias de la casa para definir la personalidad de algunos personajes realza ese halo de misterio y nos revela que en este género no todo tiene por qué parecer gris para ser efectivo.En definitiva, una puesta en escena muy teatral magníficamente expuesta por el francés Gilles Paquet-Brenner, para el que La casa torcida supone su sexto largometraje. Mérito indiscutible en la ambientación para su guionista, Julian Fellowes, que con Downton Abbey y Gosford Park a sus espaldas es todo un experto en recrear la clase alta inglesa. Falla en el ritmo, hay un momento en el que se vuelve tan lenta que el espectador está tentado de perder el interés, pero la sangre no llega al río y vuelta el ritmo, vuelta la curiosidad.Mala elección en el protagonista, Max Irons flojea en su interpretación del detective y no se acerca ni de lejos a un Hércules Poirot. Salvo la espectacular Glenn Close en el papel de hermana del magnate y matriarca y la emblemática niña de la familia que todo lo sabe magníficamente interpretada por Honor Kneafsey, el resto de personajes están a la altura cogidos con pinzas. Penosa Gillian Anderson en el estereotipado y plano papel de la diva frustrada y alcohólica. Tampoco se esperaba más de ella.  Poca simbiosis entre director y actores, el primero no ha sabido retorcer el alma de los personajes como estos se merecen y los segundos se han acomodado en el mínimo esfuerzo y no van más allá de la carita mustia o antipática. La señora Christie se merecía algo más.El final, totalmente inesperado, llega a impactar y trasciende por encima de las tramas policiacas, engrandeciendo la cinta.  No, no es el mayordomo, simplemente porque no lo hay.

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