Aprendiendo a ser hombres. Por «Blog Anfibio. Emborronando fronteras»

El regreso del Partido Popular de Tarifa al gobierno local está sin duda marcado por la vuelta de las corridas de toros después de casi una década. Utilizando como pretexto el progresivo deterioro del coso tarifeño, los populares fueron para ello allanando el terreno en el pasado mandato frente a un PSOE que, lejos de distanciarse, coqueteó todo el rato con el mundo del toreo en una versión light. Con la organización y fomento de dos eventos taurinos recién iniciado el mandato, y en menos de dos meses, el gobierno de coalición PP y Nuevos Aires ha dejado claro que apuesta muy fuerte por estos espectáculos.

Foto: Imagen de un diario de los años 95-99

 

En el último de ellos celebrado el pasado noviembre los menores de 14 años tenían la entrada gratis si iban acompañados de un adulto. Esto supone una clara voluntad de promover las corridas de toros entre los más pequeños de la localidad y de presentarlas como un entretenimiento familiar más. Pero con ello el PP no solo satisface las necesidades de los padres amantes de los toros que pueden llevar a sus hijos a la plaza como quien los lleva al parque, si no que hace deseable la figura del matador de toros para los menores tarifeños. El PP propone por lo tanto para nuestros niños una masculinidad tradicional que les obliga a tener que ser gallardos, atrevidos, impávidos, con coraje y valor y con elevados niveles de tolerancia hacia la violencia y el dolor si quieren ser hombres. Sin embargo, esta masculinidad tradicional hace a los hombres temerosos e inseguros por tener que demostrar su virilidad constantemente para ser hombres. La masculinidad tradicional por tanto es una esclavitud y frente a ella existen otras maneras que nuestros niños pueden aprender para ser hombres, mejores hombres y hombres más libres. Por ejemplo, tenemos que hacer que la valentía, el honor y la fortaleza que cualquier hombre persigue se identifiquen con la valentía de quien vive su sexualidad libremente o la fortaleza de quien no necesita humillar o infravalorar a los demás. Nuestros niños deben saber que para ser hombres no necesitan jugarse la vida, hacer sufrir por ello a las madres (y a los padres, que también sufren) o a sus parejas (que podrían ser hombres) y a sus hijas e hijos.

La masculinidad es cultural y disputarle a la tradicional su actual hegemonía tiene mucho que ver no solo con hacer a nuestros niños más libres, sino también hacer de nuestras sociedades lugares más seguros. Hablar a los niños sobre una masculinidad relajada, de ser hombres sin la obligación de demostrarlo a cada momento, de que hay otras formas de ser hombre, supone darles los mecanismos para que puedan vivir mejor, ellos y todos aquellos que quieran vivir su masculinidad libremente.

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